Ironía del destino



Félix Gerardo Ibarra Prieto


ABC color nos proporciona un bello espacio cultural, principalmente para los paraguayos residentes, como yo, en el exterior. Veo que mucha gente, que vive fuera del país, está preocupada por el idioma y la seguridad. Como yo también soy paraguayo, vivo en el exterior y hablo el guaraní, también quisiera entrar en esta discusión.

En los inicios de los años 70 había una revistita paraguaya llamada “Ocara poty cue-mi” ¿recuerdan? Ramón, mi primo, y yo, leíamos todo lo que se publicaba en esa revista, además intentábamos escribir y a veces hasta conseguíamos algunas poesías “muy parecidas” a las de Emiliano. Éramos verdaderos expertos en el tema. O sea, leíamos, escribíamos y entendíamos el guaraní -lo que no es fácil-. Allá por el año 75, mis padres me mandan a la ciudad de Asunción, para continuar los estudios.

Mi gran sorpresa fue que cuando llegué a la capital, percibí que el idioma era otro. Mi profesora como sabía que yo venía de la campaña, de propósito me hacía pasar al frente para leer, como no dominaba el idioma de Cervantes, “me mandaba a la China”, llamándome de campesino de mierda para abajo. Eran tiempos de mucha ignorancia en Paraguay, en relación a nuestro idioma.

Hoy el ambiente es diferente. En Paraguay nunca se cultivó tanto este idioma como ahora. En todas partes vemos nombres de ciudades y su identificación en guaraní. Hoy tenemos programas en TV y radio en el idioma Guaraní. Hoy, los profesores ya no le llaman de ignorante al que domina este idioma. Hoy el guaraní está mucho mejor que antes. Les puedo asegurar.

Por ironía del destino, soy profesor de lengua española, si mi ex profesora lo sabe, diría: ¡A que punto llegamos! Y digo más. Me consideran unos de los mejores profesores de esta lengua en la ciudad. Además fundé un instituto modelo en lengua española y toda la ciudad, donde vivo, lo considera como el mejor, todos los grandes estudian en él. Y yo que sólo hablaba el guaraní. Hoy forma una red de cinco institutos –con más de mil quinientos alumnos- pasó a ser una escuela de idiomas, incluyendo el inglés, francés e italiano.

En el Futuro, estoy pensando seriamente, en incluir el guaraní como idioma a ser aprendido en el instituto. Cómo una persona normal no va a enamorarse del guaraní, si le haces escuchar y explicar al mismo tiempo lo que dice la introducción de la Guarania Mburicao, por ejemplo ¿Cómo una persona normal no se va a sorprender si después de todo le explicas que el arroyo Mburicao no existe más, que fue tapado y encima construido varios negocios por los alrededores de la Avenida Eusebio Ayala?-pertenezco a una generación que jugaba polibandi en el arroyo.

Ahora, ¿enseñar en la escuela? Me parece que es un asunto que se aprende en la casa y en la calle. El guaraní es nuestra identificación cultural coloquial y las personas que más lo usan y lo dominan son exactamente aquellas que nunca han ido a una escuela. “Ahecha –i” como algo a ser estudiado en las escuelas, pero enseñarlo también es una forma de preservarlo. Yo estudié en el Liceo Militar y me acuerdo que la gran dificultad de mi amigo Roberto Saadaki Okada Simoe, último Brigadier Mayor de esa institución, era el guaraní.

La única nota mía que era superior a la de él, era el guaraní. Sirve para esas cosas en el colegio. Para gozarle a los más inteligentes, pero además de eso, en las escuelas, no sirve para muchas cosas. A no ser para que los profesores tradicionalistas y modernos del idioma discutan. creo que hoy en día ya existen profesores capacitados que en aquella época tal vez no existiesen. de repente estoy escribiendo pelotudeses, pero es sólo una opinión y no una regla para seguir.

El problema está que no es - o no era -una lengua científica y por consiguiente no es necesario preocuparse mucho, ni crear reglas para el mismo. Recuerden que las normas de una lengua se guían por la calle y nunca querer que la calle se guíe por una norma. El idioma es dinámico y la excesiva intervención en el asunto puede hacer con que en el futuro nuestro idioma se torne un arroyo Mburicao. Una bella historia a ser contada. Un fantasma, una leyenda.


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