"LAS ARMAS NO MATAN, SON LAS PERSONAS"

Félix Gerardo Ibarra Prieto

La matanza en Virginia puso de nuevo en primera plana el debate sobre la tenencia de armas en el país. Grupos que están a favor de un mayor control aseguran que es necesaria una "ley sensata" sobre el tema. EFE.

La matanza, como dicen los medios, dentro de la Universidad Politécnica de Virginia colocó en evidencia una discusión polémica: ¿andar o no armados? Los norteamericanos tienen muy bien definido esa duda, por lo menos sus autoridades. Según Condolezza Rice “la libre circulación de las personas con armas es tan importante como la libertad de expresión” ¿será? Bueno, no debemos olvidar que la industria de armas en los EE.UU. representa algo así como 5% de su economía. Entonces, no será difícil concluir que hay fuertes defensores de las armas como por ejemplo la Asociación Nacional del Rifle (NRA) cuyo lema es el Titulo de este artículo "las armas no matan, es la gente"

El primer ministro de Australia, en su mensaje de condolencias, para los americanos, en el día del masacre en la Universidad, recordó la tragedia de 1999 en Port Arthur - Australia-, donde en una situación semejante murieron 35 personas. Desde aquella oportunidad, según el primer ministro, Australia creó nuevas leyes que dificultan las ventas libres de armas. Según publicaciones recientes, después del suceso, las estadísticas dicen que un arma que se guarde en el hogar tiene 22 veces más probabilidades de intervenir en un tiroteo no intencionado, siete veces más en un homicidio y once veces más en un intento de suicidio que de usarse en un acto de legítima defensa.



A los norteamericanos no le faltan motivos para desconfiar de la excesiva libertad de andar armados. Ellos son extremamente "liberales" en casi todos los sentidos. Una de ellas es esa libertad en que ya comienzan a desconfiar. Los motivos son suficientes. Dentro de escuelas no es el primer caso, además ya fue asesinado un presidente de la república, J. F Kennedy en la década del 60 y otro baleado Ronald Reagan, en los 80, aunque este último haya escapado del asesinato, algunos de sus guarda espaldas, no tuvieron la misma suerte.

Aquí en el Brasil la noticia no sale de laTV. Pareciera que la tragedia sea cosa de americanos excéntricos. Y nadie se pone a analizar que en ese mismo día la policía del Estado de Río de Janeiro mató a más de 20. y que sólo este año 2007 en este mismo Estado ya fallecieron más de 1700 personas, de los cuales 43 policiales. Solamente en el Estado de (RJ) "la ciudad maravillosa" , víctimas de la violencia urbana. En los últimos veinte años, según publicaciones brasileñas, murieron más jóvenes, víctimas de violencia en el Brasil que en toda la historia de guerra hechas por los Yanquis, incluyendo la de la independencia norteamericana.

El problema es que los asesinatos en el Brasil es algo rutinario y ya no llama la atención ni de la prensa local, mucho menos de la internacional. El gobernador de ese Estado (RJ) pasa más tiempo en los velorios que despachando a fin de solucionar el problema. Si es que hay. Dicen que el estudiante surcoreano mató por envidia al no tener el poder de consumo de sus pares norteamericanos, pero como dice el cineasta brasileño Arnaldo Jabor, comentarista de la Red Globo “locura no tiene explicación y la pobreza y miseria brasileña mata mucho más que cualquier otra cosa”

Todo esto me llevó esta semana a una situación vivida hace casi 30 años atrás (1979-1983). Cuando ingresé al Liceo Militar “Acosta “Ñú” (EP) tenía 13 años y la primera cosa que hicieron fue entregarme un fusil M1 más grande que yo y de muchos otros como: Carlos Escobar, Roberto Álvarez, Edgar Recalde y cia. Acompañado claro de seis peines con ocho cartuchos verdaderos. El arma lo teníamos en el ropero, y era considerado como la novia. El cuerpo de cadete estaba armado hasta los dientes.

Así se pasaron cinco años y ningún loco, por suerte, pasó en aquel entonces por el Liceo, a no ser un intento de suicidio, que gracias a Dios no se efectivizó. De cualquier manera era mucha responsabilidad del Estado en tenernos de esa manera. No sé cómo está hoy en día la situación con los cadetes y soldados liceanos, pero de cualquier manera me gustaría llamar la atención para ese hecho. Cuando estudié en la "Marina del Brasil" (1986-1990) ya tenía mis 20 años y las armas descansaban en la armería y no en los roperos de los cadetes. También el título podía ser “las armas no matan, son las personas”

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