“YO TENGO UM SUEÑO” :A CUARENTA AÑOS DE SU MUERTE


FÉLIX GERARDO IBARRA PRIETO

Martin Luther King pronunció un discurso histórico el 28 de agosto de 1963 en Washington. Yo tengo un sueño (I have a dream) "Yo tengo un sueño. Sueño que mis cuatro pequeños hijos vivirán un día en un país donde no se los juzgará por el color de su piel, sino por la naturaleza de su carácter" Martin Luther King Jr, el carismático luchador por la igualdad racial fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1964. El 4 de abril de 1968, mientras preparaba una manifestación en apoyo del sindicato de los basureros negros de Memphis, fue asesinado. Hace exacto 40 años.

El artículo es para mostrar que existen héroes y ellos son de carne y hueso. Exactamente, no sabemos si el verdadero fue Martin o Rosa Lee Parks la costurera afroamericana de 42 años que el día 1 de diciembre de 1955, en la ciudad de Montgomery (Alabama), se negó a ceder su asiento en el autobús a un blanco que le había exigido que se levantara y le diera su lugar. Había, en aquella época una resolución, consecuencia de la guerra civil, que le obligaba a los negros cederle asiento a los blancos en los transportes públicos. Desde el incidente los negros americanos hicieron un boicot que duró 386 días hasta que la Suprema Corte Americana declarara la igualdad entre todos.

La frase de Martin Luther King nos inspira hasta hoy. Principalmente en las vísperas de las elecciones paraguayas para presidente de la República. Hace falta una Rosa Lee en Paraguay y un Martin King para movilizar a la población y terminar de una vez por todas con esa inercia que existe en el País. El país, hace años, está dentro de una "camisa de fuerza" que nadie, hasta ahora, ha sido capaz en libertarla. No será Blanca la que simbolice a la costurera negra, ni Lugo el sucesor de king. Ellos, simplemente, defienden intereses de sectores específicos y no están interesados en el verdadero cambio que el Paraguay necesita.

Ese cambio, entiendo yo, debe venir de abajo para arriba, o sea, del pueblo. No existe ninguna posibilidad que ocurra lo contrario, porque quién está arriba no siente las dificultades de los de abajo. Lugo simboliza la voluntad que tiene el paraguayo de cambiar el panorama, pero siento que hay una desconfianza en sus ideas y propósitos. Nadie tiene la absoluta seguridad de que el cambio de partido en el gobierno, nos lleve a un verdadero cambio del sistema que impera hace medio siglo.

No podemos condenar al partido colorado por haber permanecido tantos años en el poder. Ello, es el fin último de todo partido político y si posible por mucho tiempo. Aún en los tiempos de Alfredo Stroessner había “elecciones” y después de su salida es la quinta que vamos a tener. ¿no hemos cambiado por qué? Creo tener la respuesta. “es mejor un diablo conocido que un ángel por conocer” en la duda, todos nos quedamos con lo que ya conocemos, aunque eso nos lleve al lugar en que nos encontramos hoy. El atraso, en todo. Tecnología, mentalidad, política, economía, ética, moral, intelectualidad.


Hace falta un paraguayo que grite fuerte y diga “YO TENGO UN SUEÑO” y que todos los que no se benefician del sistema haga un boicot, por el tiempo que sea necesario, hasta que consigamos, verdaderamente, cambiar. El cambio en sí, llevará mucho tiempo, tal vez dos generaciones, pero es necesario gritar y comenzar. El sistema que impera, desde que yo me entienda, es el ser contra todo lo que se haga, se quiera hacer o de lo que alguna vez se hizo. Para el paraguayo nada sirve, desde que otro paraguayo haya hecho. Somos excesivamente pesimistas. Nos achicamos demasiado y eso inhibe a cualquiera a gritar fuerte y decir “YO TENGO UN SUEÑO”

Alguien tiene que mostrar su cara y decir la verdad: “YO TENGO UN SUEÑO” tengo el sueño que mañana mis hijos paraguayos no sean mirados con desconfianza en ningún país que llegue. Tengo el sueño que vivir en mi propio país y no pasar el día pensando cómo salir del país y huir del desespero económico y social en que la mayoría se encuentra. Tengo el sueño de que no me miren con cara de país pirata. Como el ciudadano de un país en que las leyes no se cumplen.

Hace falta alguien, fuerte, que diga: tengo el sueño de vivir en un país en que los autos sean todos legales y que ningún gobierno se atreva a blanquear lo robado. Tengo un sueño en que la corrupción no sea el único camino para el progreso y prosperidad de una familia. Tengo un sueño en que la ética y la moral sean sinónimos de la sociedad paraguaya. Un sueño de vivir en una capital en que el guardia de tránsito no altere el cronómetro del semáforo para poder transar con el conductor apurado. El sueño de vivir en un país en que la policía caminera esté en las rutas para guiar a los turistas que entren y no para darle la vuelta y quitarle plata. Mientras esos pequeños delitos continúen activo, no habrá cambio. Si nosotros no cambiamos de actitud, ni el papa será la solución.

Vivir en un país, donde la municipalidad gaste como máximo la mitad de su recaudación en los sueldos y el restante en inversiones que beneficien a todos los pagadores de impuestos. Un país en que sus altos funcionarios no se vendan o se acieguen antes los otros a la hora de firmar un contrato binacional. Hace falta dar importancia a las cosas que realmente merecen y no limitarnos a los problemas de barrio a la pela entre vecinos o familia. En fin, hace falta desamarrar el Paraguay.

Una cosa es cierta: ninguno de los candidatos a presidente, en estas lecciones, tiene ese perfil. Peor, corremos el riesgo del retroceso. Como máximo lo que podemos conseguir es patinar en el mismo charco. Hace falta soñar, además de eso, colocar en práctica valores que nos llevarán a vivir en un país digno de nombrarlo, un país que tiene historia y por el cual han muerto miles de personas en dos grandes guerras. Pensemos en nuestros héroes, ellos también fueron de carne y hueso. Y se sacrificaron antes del episodio americano. Ellos - los americanos- cambiaron en tan poco tiempo. Pero el paraguayo dirá “aquí es el Paraguay”. Dejémonos de ser conformistas.

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