UN PASEO POR LATINOAMÉRICA




BY FÉLIX GERARDO IBARRA PRIETO

En esta primera década del siglo XXI, Latinoamérica está, políticamente, diferente que al final del siglo anterior. Más estable, pero a la izquierda. Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay, Uruguay, Venezuela, El salvador, Nicaragua y Cuba, todos están con gobierno de ideología neo-comunista. Algunos más al centro, otras más al extremo.

Bolivia, Ecuador y de cierta forma Venezuela, eran muy inestables, políticamente. Principalmente los dos primeros. Evo Morales recibió el bastón de mando de las manos del presidente de la Suprema Corte de su país, eso significa que tanto el presidente anterior cuanto el vicepresidente, fueron defenestrados del poder, por el propio Morales.

Ecuador, lo mismo. Hubo media docena de mandatarios en menos de diez años. Era corrida de presidentes y no corrida presidencial. Venezuela también estuvo tumultuado con Chávez, en los primeros años y los últimos de sus antecesores. Todos estos países están más estabilizados políticamente, no obstante con una cierta dosis de autoritarismo. Chávez ya dijo que se quedará hasta colocar en práctica en toda Venezuela y si posible en todo el continente, su proyecto personal el “Socialismo del siglo XXI”

Rafael Correa de Ecuador ya se reeligió y va rumbo al más allá. También tiene mucha afinidad con las ideas del coronel Chávez. Bolivia piensa de la misma forma, quedarse en el poder hasta minar el país con sus ideas no muy modernas. De cierta forma, son las únicas formas de estabilizar sus países. El neoliberalismo practicado, principalmente en Bolivia y Ecuador, no tuvieron el resultado esperado por el consenso de Washington. Todos ellos tienen algo en común: mucha riqueza natural en el subsuelo patrio. Así como los países africanos.

Argentina hizo diferente, pero el resultado puede ser lo mismo. En vez de perpetuarse en el poder, una sola persona, lo dividen en familia. Néstor Kirschner dio un paso al costado y le entregó a su mujer, Cristina Fernández, la primera magistratura de la nación, pero no el poder. No está en la presidencia, pero duerme con la presidenta y además comanda el partido peronista. ¿Quieren más poder que el pinguino?

La izquierda chilena y brasileña son las más civilizadas. El gobierno del primero ha respetado, religiosamente la sucesión, a cada cuatro años. Aun la alta popularidad de sus presidentes, al término de los mandatos, no le hincó a intentar la reelección. El año que viene tendrán su primera gran prueba enfrentándose a la derecha de Piñera. Lula en Brasil está confuso, su candidata declarada, la ministra jefe de la Casa Civil, Dilma Roussef, está con cáncer y su alta popularidad le marea. Muchos de sus seguidores quieren el “referéndum” para aprobar el tercer mandato, al igual que en Colombia de Álvaro Uribe.

El Salvador y Nicaragua también navegan por el lado izquierdo, Tanto Funes, el recién electo presidente salvadoreño, así como el viejo guerrillero Daniel Ortega, aunque este un poco más al extremo, surcan el camino escogido en este continente, en este inicio del siglo que pasará a la historia como el “Regreso de los Idiotas”

En Paraguay, el ex obispo católico de la teología de la "libertación" y aspirante a “Play boy” Fernando Lugo está sorprendiendo, no por su autoridad, ni por el éxito de su gobierno de cambio, prometido. Sino por la cantidad de hijos que le apuntan y no menos mujeres que le dan. Su sueño es ser como Chávez, un idiota de su tiempo. El esfuerzo que hace el nuevo gobierno de Paraguay, para lograr este objetivo, es inmenso. Podemos concluir que tal vez consigan, no el cambio, sino destruir lo poco que tiene el Paraguay. Su pequeño sector productivo que es el agro negocio, contribución dada por los cientos de miles de “Brasiguaios” que viven en la región. Les prohibió la fumigación, con eso conseguirá que las plagas invadan, también el campo porque el palacio ya está tomado.

Perú está radiante, después de una década de inestabilidad política, parecE que las cosas están más calmas. Toledo dejó la casa arreglada, pero salió con baja popularidad, es el dilema de los responsables. El actual presidente, Alan García, ya sabe que los inventos no llevan a nada y conduce, esta vez, al país, por caminos más seguros. En los años ochenta, era uno de los idiotas.

En Colombia, el ministro Juan Manuel Santos, ha renunciado a tiempo de poder candidatarse a la sucesión de Uribe. Caso este no se pueda presentar (pero ya consiguió) . El ex ministro está con la popularidad arriba por los golpes dados a las FARC y podrá llevarse el cargo, caso el actual jefe no consiga salirse con su objetivo: el tercer mandato. Santos, incluso ya tiene un plano “B”: ser embajador en los Estados Unidos.

El brasileño, aún no se ha decidido. De cualquier manera, ambos hicieron un gobierno admirable, según las encuestas. La decisión de ir a un tercer mandato, puede ser fatal. Tanto para el país, así como para sus respectivas biografías. Principalmente del “pernambucano de Garanhums”.

Para finalizar: todos ellos fueron electos en épocas de bonanzas y pudieron tener beneficios enormes y directos del crecimiento mundial, basado en el consumo y endeudamiento de los americanos y en el aumento del PIB chino. Este crecimiento resultado de la exportación, principalmente de materias primas, deja muchos dólares y es un plato lleno para los gobernantes populistas y populares. Basta saber ahora, con la crisis, como pensarán los votantes en las próximas elecciones. La historia nos cuenta que en épocas difíciles, el continente prefiere gobernantes más administradores y eficientes que populistas y gastadores.

Lo gracioso es que todos ellos, principalmente los “bolivarianos” son admiradores de los hermanos Castro. Estos, están ansiosos por encontrar una salida decente del lugar triste en que colocaron al pueblo cubano. La mala experiencia de la isla de Fidel, no ha servido de ejemplo, hasta hoy, para muchos. Lo que en realidad sirve es el "método castrista" de quedarse mucho tiempo en el poder y hacer de él una dinastía. Haciendo con que el pueblo de torne dependiente del Estado. Una fórmula brillante de tiranía, pero un modelo sucio y horroroso para el pueblo.




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