Fernando Lugo: ...puesto que también hay chicos que aprenden bajo los árboles.

Félix Gerardo Ibarra Prieto

Inicio del año lectivo, en casi todos los países pobres, es una odisea para alumnos y profesores, menos para algunos políticos. En las zonas pobres del Brasil sucede lo mismo, pero en ninguno de esos lugares, cuando retratado la realidad, alguien sale a defender lo imposible.

Esta semana el presidente de la república del Paraguay, don Fernando Lugo, dice a un periodista del diario Ultimahora que la infraestructura de un colegio era importante, pero que debajo del árbol también se aprende. Intentando justificar las clases de los niños a la interperie por falta de techo y colegio. Por falta de gestión, de política educacional.

El ex presidente Lula del Brasil en una reciente entrevista a una emisora estadounidense (http://www.youtube.com/watch?v=DMM7OJ_Kj9I&feature=player_embeddedHi) decía que su éxito en la primera magistratura del Brasil se debía al hecho de haber apuntado a lo obvio. O sea, nada de querer hacer diferente, sino resolver lo que todos esperan: educación, economía, inflación e infraestructura.

¿Qué un niño puede aprender debajo de árbol? Muchas cosas malas. Yo estudié mi primaria en una escuelita graduada de Yhacá (1970-1974) y no recuerdo haber sido sometido a eso ni cuando una tormenta destechó toda una parte de la misma. Entonces ¿Cómo admitir que casi 40 años después, en pleno siglo XXI aun sea posible eso? es el cúmulo del atraso. ¿Será que vamos culparle a la dictadura?

El ministro de educación es un buen tipo, pero no hay plata para todo, dirá. El presidente podría aprovechar la oportunidad y mostrar a los congresistas que aquello era inadmisible y no pura y simplemente concordar con ella. Debería haber usado la opinión pública, actor importante, en estos días, como instrumento de presión. Plata hay, pero no para la educación: hay bastante para planilleros, unos 17 mil en la justicia electoral (recomendado de los dignísimos diputados) y para los bocaditos también NO pocos millones.

Pero vayamos a la llaga. ¿Qué se puede aprender debajo de un árbol en pleno siglo XXI, tiempo de la modernidad, de las supercomputadoras, de la Internet, de Google, de Youtube, de Wikipedia y bibliotecas públicas al por doquier?

Desde mi humilde punto de vista y experimentado profesor debo decir lo siguiente:

1- aprender en no votar en cualquiera, menos en un cura metido a caficho.
2- que un presidente que no les defiende a los sectores más vulnerables de la sociedad no se merece sus respetos.
3- que si estudian allí, sin las herramientas que la modernidad ofrece, seguirán tan jodidos como sus padres probablemente lo son y votaron por Lugo, pensando en cambios. fueron engañados.
4- que el cambio en el Paraguay no existe y jamás existió: los de ahora siguen robando tanto como los de antes. Basta analizar el patrimonio de los que hoy están en el poder y de los miembros partidarios que controlan las rutas del país.
5- que un presidente que se jacta de haberse curado de tendinitis en Cuba en menos de dos días, para justificar su viaje al país caribeño, miente descaradamente. se burla de los médicos paraguayos.
6- aprender que si el mandamás no valora lo nuestro ¿quién lo hará? Un país precisa de ejemplo, eso viene de arriba y es malísimo.

Conclusión: aprendamos, porque de lo contrario así como abundan los mecánicos “mangoguy” –talleres mecánicos debajo de los árboles- también abundarán las escuelas “yvyraguy” –clases debajo de los árboles. Y como la deforestación avanza raudamente, es posible que en los próximos diez años nos quedemos, definitiva y literalmente, sin escuela. Le hace falta al Paraguay más Patria Querida y menos Tekojojá.

Como decía el gran político y diplomático brasileño Roberto Campos sobre su país “La ignorancia tiene un pasado glorioso y un futuro provisor” lo mismo se puede decir del Paraguay.






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