VACACIONES 2011: DE SAN FRANCISCO, CALIFORNIA A CLORINDA ARGENTINA.

GOLDEN GATE BRIDGE, SAN FRANCISCO.

EL MOSTRUO QUE CONDUCE A CLORINDA
 FÉLIX GERARDO IBARRA PRIETO

Por primera vez en los últimos diez años tuve 35 días de vacaciones, literalmente. Como tengo una hija quinceañera, de esas que quieren irse a Disneylandia con las amigas del colegio, hice las pesquisas de precios para esa finalidad. Sin embargo, concluí que irse en familia salía lo mismo que ella sola con la empresa de turismo. Faltaba sólo que ella concordase en ir con nosotros ya que el programa ideal (para Carol) era viajar en grupo.

Ella, ni sonsa ni perezosa rápido concluyó que tampoco era un mal negocio viajar con los papás, aún más si la hoja de ruta, además de Miami y Orlando incluyese también Californía. Así nos propusimos y planificamos el viaje en compañía de mis compadres y cuñada. Éramos ocho: 4 adultos y 4 niñas de 6 a 15 años. Compramos los pasajes externos e internos, reservamos los hoteles y alquilamos los autos.

Partimos el día 25 de junio de Belém, via Manaus hasta Miami. Viaje perfecto. Llegamos a Florida casi al oscurecer. Algunos contratiempos por causa de la migración, papeles no llenados correctamente. Eso nos atrasó un poco la salida. Tomamos el auto alquilado un Yukong de la GMC para ocho lugares y con maletero para más ocho. Cenamos y partimos, ya casi a medianoche con destino Orlando, conforme previsto en la hoja de ruta. Con el auto que tenía y con la carretera que surcaba me daba ganas de llorar al recordarme el trecho Fortaleza (CE) - Natal (RN) hecho el año pasado en las vacaciones. Cuan grande es el atraso del Brasil en ese aspecto. Ni qué decir el camino a Clorinda. De esto hablaremos más adelante.

Llegamos a buen destino a eso de las cuatro de la mañana. Antes de desembarcar al hotel pasamos por um Fast Food para llenar la pansa. Así llegamos al Hamada Hotel casi al amanecer. Ese mismo día iniciamos los peseos por el Universal, Disney, Seaworld etc. Un mundo encantado para todas las edades.

Por supuesto que yo nunca había ido a Disney, aunque ya haya visitado los EE.UU. por razones de estudios en 1987 a bordo de un buque escuela de bandera brasileña navegando la costa leste desde Nueva York hasta Charleston, partiendo de la costa brasileña. Y en el año 2000 también de vacaciones limitándome a Miami y Nueva York para visitar un amigo en Long Island (Southenton).

De Orlando volamos a San Francisco, costa oeste americana. La ciudad de la libertad es realmente encantadora. Sus Piers esquitos y museos al pordoquier es realmente magnífico. Cruazamos el Golden Gate Bridge con destino a Sausalito sólo con la finalidad de comer el famoso sandwich de cangrejo del restaurante Fish (el mejor de América). Una delicia, pero cuesta un ojo de la cara. Así es San Francisco, fantástica y cara.

Alquilamos un auto (Suburban) a la salida con destino a Los Ángeles. Nuestro rumbo era la casa del lago negro. Un refugio de fin de semana de dos extraordinarios amigos: la brasileña Aline y el "cacique" californiano Graig.  Nos aguardaban ansiosos para pasar con ellos una noche y un día, incluyendo el 4 de julio. Llegamos el sábado al anochecer como para proseguir al día siguiente. La recepción fue tan calurosa que pasamos el domingo entero paseando por el lago, dormimos más una noche y al amanecer del lunes proseguimos nuestro destino, con mucho pesar de las niñas.

El paisaje californiano es único. Es el Estado más rico del país más rico. Mucha cría de ganado y plantación de toda especie. Pequeñas ciudades en el medio de las haciendas hacen de la región un colorido todo especial. Sus carreteras sinuosas y a veces peligrosas que sube y baja las montañas de la costa del pacífico exige del conductor una atención y concentración doblados. Llegamos a Cambria y visitamos el Hearst Castell. Esa historia es contada en la película llamada "Ciudadano Kane" dirigido por Orson Welles de solo 26 años en 1941. Está película figura en todas las listas como uno de los mejores, sino el mejor de todos los tiempos. Vale la pena ver.

Proseguimos a la nochecita. En el verano el día rinde mucho más, oscurece después de las 2100hs y conseguimos llegar a San Luis Obispo, una ciudad universitaria y muy coqueta, sede de una de las 21 Misiones jesuiticas que posee la costa de California. La misma fue colonia española y después pertenmeció a México hasta 1848 cuando los mejicanos perdieron la guerra para los yankis, y por el Tratado Guadalupe Hidalgo pasa a formar parte de los Estados Unidos. Antes de la guerra los americanos querían comprar, pero los mejicanos no aceptaron la oferta. Mejor hubiera sido vernderla.

Proseguimos camino con destino a Solvang, una linda ciudad con estilo nordico europeo y allí almorzamos y visitamos la misma que es un chiche. Después proseguimos hasta Santa Bárbara donde nos sorprendió la tarde y ya de nochecita partimos rumbo a Santa Mónica. Esa parte cercana a Los Ángeles es llena de carreteras y muchos carros en circulación. De las 1700hs hasta las 2200hs es mejor quedarse en el piers de Santa Bárbara y disfrutar de la pesca y de los ricos cangrejos que sirven en el dársena de la ciudad. Un paseo de bicicleta por esa costa es imperdible.

Al día siguiente, despúes de Santa Bárbara, Malibú, Long Beach llegamos a destino: Los Ángeles, la ciudad más grande del Estado más poblado del país más rico. Allí se respira cine, así como en Rusia se huele Vodka y en Cuba los tabacos. Obviamente hicimos los puntos turísticos obligatorios: Berbely Hills; Teatro Kodak; El Paseo de la fama; los museos de cera y los estudios del Universal. Fantástico.

Los Ángeles es la ciudad de los sueños y de la fama. En ella viven y trabajan los más famosos cineastas, productoes y actores de las más afamadas películas del mundo. Cuántas de ellas no se filmaron en sus calles y alrededores? Berbelly Hills es un condado en el que la posibilidad de codearse con un famoso es lo mismo que participar de un Bloque de carnaval en el Brasil.

Finalmente termina la primera parte en Florida, Fort Lauderdale (La Venezia americana) Allí pasamos un final de semana disfrutando de su deliciosa, colorida y tibia agua del mar Caribe. El lunes tomamos el avión en Miami, via Manaus y de nuevo Belém.

Fueron 17 días de intenso trajín. Como nadie es de hierro, necesitábamos descansar. Nada mejor que irse a Salinas, la playa brasilera del norte del Estado de Pará. Allí pasamos 5 días, volvimos a Belém y al día siguiente inicie la tercera parte. Destino Asunción del Paraguay. Allá era una mezcla de trabajo, visita familiar y un poco de vacaciones sí señor.

En Asunción como todos estaban trabajando, después de ir a San José de los Arroyos y verificar los trabajos del nuevo alambrado de la hacienda que estamos trabajando con mi papá fui a visitar diversos lugares: hermosos y abandonados: La Iglesia de la Encarnación por ejemplo es un tesoro, abandonado. Para no decir que no sirve para nada, vale para estacionamiento. Las ruinas Jesús y Trinidad son reliquias raras, pero no cuenta con logística para llegar ni gente para guiar. Una pena. Visité todos los estadios de fútbol: Vale la pena los estadios de Libertad, un chiche; El Defensores del Chaco muy coqueto; el de Olimpia un poco viejo y el de Cerro, el famoso "La Olla" azulgrana, imponente. Todos ellos deberían ser parte de visitas turísticas de Asunción, sin olvidarse del museo de la CSF, el Cerro Lambaré y otros. Sin embargo la SENATUR pierde tiempo ofreciendo estancias y riachos del interior. Hay muchas cosas que hacer. Hace falta una buena idea. La costanera encarnacena es mil veces mejor que la asuncena. La de la capital ya está deteriorada la que fue inaugurada.

Para terminar fuimos visitar Clorinda. Simpre tuve la curiosidad de ver esa zona de "libre comercio" muy anterior al Tratado de Mercosur. Agarré el auto y fui via Nanawa, una pequeña, destrosada y pobre ciudad que linda con la Argentina.

Después de luchar contra diez KM de ruta casi intransitable me sale un hombre en la curva y me pasa un boleto amarillo. Sin mucho que pensar y un poco sorprendido le indagué que era eso? Sin pelos en la lengua me dice que era un peaje para la manutención del camino que acabara de vencer, gracias a un 4x4. Así es el "turismo de compras" por tierras paraguayas.

Bueno, qué hacer? Estacioné mi Terios y comencé a buscar el paso de un país a otro. Despúes de mucho preguntar un paisano me señala el lugar exacto del camino. No me van a creer: Para pasar hay que atravesar una tienda, luego un puentecito y ya estamos en la Argentina. No hay mucha diferencia entre un lado y otro. Clorinda es más sucia que Clorinda-í, del lado paraguayo. Pensé que estaba en los suburbios de la ciudad argentina y pregunté dónde era el centro. La respuesta fue inmedita: aquí. Yo estaba en la mejor parte de la ciudad, imagínese el suburbio.

Me atendió un gentil Gerdarmen en la entrada (policía argentina) y me dijo que por allí no podría pasar gente de nacionalidad brasileña (permitido solo para los que viven a 50 km alrededor) que me acompañaba en el viaje. Pero nos hizo una concesión (la cual me hizo dudar) Dicho y hecho: a la vuelta el sentinela de guardia nos llevó junto al jefe que autorizó verbalmente nuestra entrada ilegal, pero felizmente mantuvo su palabra y nos dejó salir. Estábamos allí con un problema de Derecho Internacional.

No le indico a nadie visitar Clorinda, pero si usted dice que ya vio todo en su vida, no, todavía no. Clorinda y Nanawa son dos ciudades semejantes a aquellas que vemos en la India. Caótica y Dinámica. Sus autobuses son asustadores, parecen mostruos hechos con exclusividad para ir a Clorinda. Pero el viaje vale la pena, por el Chaco paraguayo. Así fueron los 35 días hasta volver finalmente a Belém do Pará para trabajar e intentar pagar la tarjeta de crédito.

Comentarios

Entradas populares