El dilema del Brasil: 7 años de crisis y un gobierno desastroso durante la pandemia.

 FÉLIX GERARDO IBARRA PRIETO*

João Doria, el artífice de la vacuna del Brasil. 

Casi todos los países han tenido y seguramente tendrán gobernantes desastrosos. En democracia eso tiene solución: juicio político (impeachment) donde los dos otros poderes (legislativo y judicial) se unen para resolver.

El juicio político es un proceso jurídico-político, es decir, una combinación de fallas jurídicas (no cumplir la constitución y las leyes de la nación por parte del acusado) que lleva a una debilitación de la base política (diputados y senadores) y con eso el presidente es enjuiciado y cae. Casi siempre por 2/3 de los votos.

Generalmente el que más suena es la voz del pueblo para el juicio político (la opinión pública) aunque ni siempre es así. Perú, por ejemplo: su presidente (Martín Vizcarra) fue destituido en 2020 sin la aprobación de la opinión pública. 

Ya en 2018 y 2019 si dependiera de la opinión pública el gobierno del presidente Michel Temer (ex vicepresidente de Dilma Roussef) también defenestrada del poder en su segundo mandato, habría terminado antes de lo previsto. 

Lo cierto y lo concreto es que la primera obligación de un presidente de la república es política: sostenerse en el poder. Poder que según la ciencia política esta cada vez más fácil de alcanzar, difícil de ejercer y mucho más fácil de perder (vea el caso de Lugo, Dilma y Trump) aparecen y desaparecen de repente. 

La pandemia del Covid-19 lleva sustos y tiene en zozobras a todos los países del mundo y todos los gobernantes habidos y por haber (menos uno)  intentan hacer lo máximo para administrar una crisis sin precedentes en los últimos 100 años por lo menos. Ese (menos uno) es el presidente del Brasil, Bolsonaro que desde el primer momento intentó por todos los medios trampear a su pueblo que no se cuidara con la finalidad de no correr riesgos de contaminación y muerte. Además, le echó a los ministros (Sergio Moro y Mandetta) que intentaron hacer algo. Macabro el tipo.

Desde el comienzo el presidente brasileño intenta combatir la enfermedad (que no tiene cura según la OMS) con remedios que la ciencia no reconoce como tratamiento, el Hidroxicloroquina. Ha comprado millones de pastillas para distribuir por todos los cantos de la república gastando millones de dólares muy escasos en este momento. 

Despues viene la vacuna y tampoco se empeña para conseguir hacer una o comprar otra. Al revés, intenta por todos los medios descalificar a los que tratan de conseguir. Gasta lo que no tiene en remedios sin resultado y se niega a hacer lo mismo con lo que la ciencia recomienda: la vacuna. Siniestro el hombre.

Es el caso de la vacuna china Coronavac fabricado y distribuido por el laboratorio BUTANTAN del gobierno del estado de San Pablo y ha querido traer otras vacunas de India en vez de concentrarse en una brasileña cuya capacidad de producción, eficiencia y distribución tiene más de 100 años. 

Conclusión: India con 1,3 mil millones de habitantes jamás exportará las vacunas antes de inmunizar a los suyos, después tendría que dar atención a sus amigos regionales asiáticos porque una potencia regional tiene esa obligación. La misma que tiene Brasil, pero su política externa desastrosa lo deja mendigando en la cola con los demás, chupandose los dedos. 

Ha dicho el presidente que esa vacuna llegaría el domingo pasado (17/01/21) pero hasta ahora no tiene fecha (quizás em marzo si no llueve) y no va a llegar tan temprano porque India quería el voto de Brasil en la OMC para romper la patente de las vacunas y fabricarla genérico en todos los países. Brasil históricamente alineado a esa idea indiana esta vez votó con los países ricos, dueños de las patentes (UE, Japón y USA)  Funesto el presidente. Su diplomacia es inepta. 

 Ante el fracaso rotundo de su gobierno todavía se empeña en empañar a los que se esfuerzan por la vida como mencionado. Lo peor: mucha gente le sigue y sigue siendo el líder en las encuestas para las próximas elección del 2022. En realidad los discursos políticos son altamente racionales y lleva en cuenta la opinión de sus seguidores. La culpa no es del político, sino del peublo que lo elige.

O sea, el Brasil está totalmente perdido, igual que la Argentina (aunque en polos opuestos). Es un poco el espejo de las ideas descabelladas y tóxicas de Trump y Chávez (QEPD) el primero felizmente se está yendo (20/01/21)y el segundo aunque ya se haya ido dejó muchos representantes, ambos, no antes de intentar destruir todo lo que pueda en sus propios países. Insurrectos los bárbaros.

¿Qué futuro hay en Sudamérica con los dos países más poderosos perdidos, en la quiebra y en crisis? Se a todo eso se le suma Venezuela, la crisis política peruana, la crisis chilena y la nunca resuelta situación interna de Colombia, Ecuador y Bolivia. ¿Vamos a dejar el timón de la región con Paraguay de Marito? Mario Abdo por lo menos asfalta rutas. Con todo lo que veo, ya no me sorprende. Estamos en la tiniebla navegando sin instrumentos.

Para terminar, la materia prima de las dos vacunas aprobadas por la agencia brasileña de medicamentos y salud (ANVISA) la tiene China. Integrantes del gobierno brasileño se pasan todo el rato libre del mundo hincando, desafiando y burlándose de los sinos llamándoles de comunistas, falsificadores y fabricantes del coronavirus que contaminó al mundo al ritmo frenético de la globalización. En otras épocas el virus viajaba de barco, hoy viaja en avión y llega en un solo día en todas partes.

Por detrás de todo eso hay una lección muy importante que todo gobernante debe aprender. El mundo está globalizado e interdependiente. China fabrica todo y compra todo. China es el más grande comprador del Brasil y este compra casi todo de China. 

¿Cómo pelearse con una gran potencia por estupideces y ahora lo necesita? China le va a hacer arrodillar al Brasil para darle la materia prima que necesita para seguir fabricando las vacunas porque lo que se está comenzando a distribuir no alcanza ni a 1% de la población. 

El poder real existe y la tiene las grandes potencias como China y Estados Unidos, ayer, hoy y siempre: los países no tienen amigos ni enemigos, sino intereses. China lo hace todo callado.

¿En esa pelea quién va a ganar? El más grande, el más poderoso, el que detiene el poder real. Brasil tiene que decidir cuál sistema (5G) va a implementar en su sistema de internet de gran velocidad, si el americano o el chino. Por motivos ideológicos el Brasil implantaría el americano, pero, creo yo, que por fuerza mayor será casi que obligado a adoptar el sistema sino. 

La cuenta siempre llega y cuesta caro. Para los que no aprenden las lecciones de los otros.  Realismo puro, desde Tucídides, Hobbes hasta Maquiavelo. Ideología es como el orgullo, no sirve para nada a no ser para perjudicar. La política exige pragmatismo. 

India y China detienen casi el 40% de la población mundial: casi tres mil millones de habitantes juntos de los casi 8 mil millones que tiene el mundo. La letalidad brasileña es muy alta: tiene 2,7 % de la población mundial y 10% de los fallecidos por coronavirus del mundo. Tres veces más que el Paraguay por cada 100 mil habitantes. No habrá vacuna suficiente este año ni para los productores y exportadores, menos para los insurrectos y pobres. 

La mejor solución habría sido la vacuna genérica que India propuso. Ciertamente era de su interés por ser la mayor fabricante del mundo, pero eso poco importa, al contrario, ayuda en momentos difíciles como este. 

 Todo por la inoperancia, negacionismo, falta de humanidad y descaso de su presidente. Para que tengan una idea: le sacó a un buen ministro que se preocupaba mucho por la salud (obvio) de la gente para colocar a un militar que nada entiende de pandemia. Pero Bolsonaro quiere un ministro de salud suyo y no para el país. Colocó a un militar con la finalidad que le obedezca y no ose cuidar de la gente. Un general humillado en un campo de batalla que no es suyo. 

Pero lo que más preocupa es que la gente no se indigna. Hay mucha gente e incluso amigos míos que le defiende con mentiras de toda maña y calaña (que prefieren romper amistad de años por apoyarle). Cuando un país recibe oxígeno de Venezuela para que su gente no muera asfixiada es porque lo peor aún está por venir. ¡Dios nos guarde y salve!


*ES EMPRESARIO Y PROFESOR UNIVERSITARIO EN BRASIL. 


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